En el bohemio barrio de Montmartre, lugar de inspiración y centro de tertulias de artistas de todos los tiempos, se encuentra la Basílica del Sagrado Corazón (Bailique du Sacré-Cœur en francés).
París siempre ha sido escenario de momentos históricos del arte y el barrio en particular alberga casas, talleres, cafés y claro en la cima de la colina el templo de los creyentes cristianos.
Como llegamos a Montmartre
La mejor forma de llegar es en metro, y como teníamos interés en descubrir los caminos y rutas alternas por donde caminaron Picasso, Dalí, Van Gogh, Renoir, Manet y muchos más, decidimos bajarnos en la estación Abbesses.
Desde ahí la caminada es lenta y en subida pero merece ser recorrida, las calles van mostrando un París que se mantiene vivo en la retina.
Aquel de las motos y calles angostas, el de subidas empinadas, donde las pequeñas plazas se aglomeran de artistas y pintores tratando de compartir su arte.
Probablemente una de las subidas más memorables de nuestros recuerdos. Tanta vida, tanto arte, tanto compartir que emociona y conmueve.
Podría decir que el exceso de turistas limita disfrutar al máximo la experiencia, pero nosotros también somos turistas, con que derecho podríamos quejarnos.
Pedir permiso, empujar si no respetan tu espacio, no mirar a los ojos si no quieres que inicien una venta y contemplar, admirar y hablar con quien te plazca.
Mientras más avanzamos, más comercio encontramos. Tiendas de todo tipo alborotan nuestros sentidos, mirar a la izquierda, mirar a la derecha o seguir de largo.
Restaurantes con pinta de tiempos relajados, donde lo bohemio era chic se dejan sentir tomando la acera y obligando a contornear sus mesas floreadas, su oferta al aire libre.
La Basílica del Sagrado corazón Sacré-Cœur
Ya cuando estamos llegando al límite de nuestra cordura, comenzamos a divisar a la distancia una enorme construcción que se presenta firme, solemne, impresionante.
Vemos a lo lejos la Basílica del Sagrado corazón y sabemos que estamos cerca de la cima de la colina. La ruta merece una recompensa.
Hemos encontrado una espacio diferente y una vista espectacular. Decidimos bordearla por la fachada posterior, aquella que pocos recorren, encontramos un buen ángulo y le robamos una buena foto.
Nótese el curioso trencito que llama más la atención finalmente que la misma Basílica. Hemos encontrado vistas nuevas, recuerdos agradables y establecemos un diálogo con Pati.
Decidimos tomar el frente y antes de disfrutarlo, las ansias de subir nos ganan. En menos de lo imaginado ya estamos emprendiendo camino a la boletería para subir las escaleras que nos lleven a la cúpula.
La entrada cuesta 5€ por persona y puedes comprarla en la puerta lateral justo donde dice acceso a cúpula.
Mientras subimos nos miramos, sonreímos y respiramos para retomar fuerzas, siempre nos quedamos sin aire pero el orgullo nos obliga a no decirlo hasta el final de la subida.
La Cúpula de la Basílica en Montmartre
La subida involucra un primer descanso y luego una escalera adicional para llegar hasta el tope. El premio es una hermosa vista de la ciudad de París, de los alrededores de Montmartre y de la misma Basílica.
Puedes tener un recorrido de 360 grados y ver todos los sentidos de la ciudad.
Algo sin embargo llama mi atención sobre manera, no lo puedo ocultar. El abuso de las huellas del visitante es devastador. Nombres, marcas, señas innecesarias de su presencia desmerecen el momento que vivimos.
Siento pena cuando veo como la ignorancia y el exceso juegan en contra de inmortalizar momentos. Cuanto me gustaría pensar que algunos de ellos aprendieron a no hacerlo.
Si me sienten exagerado, disculpen pero es lo que pienso. Al principio, antes de acercarme pensé que podrían ser marcas celtas o representaciones gráficas de los druidas, pero resultaron marcas de bestias modernas.
Intento reponerme y tratar de recuperar el tiempo contemplando las vistas, aunque no puedo negar que de reojo miro para ver si encuentro alguna victima.
Me gustaría encontrar a alguno de estos vándalos y que pague el precio del daño de todos sus antecesores, pero no es justo. Sigo contemplando la espectacular vista, eso calma mi espíritu.
El mismísimo campanario de la Basílica se impone majestuoso, merece una foto y contemplarlo con detenimiento, tiene muchos detalles, es realmente una belleza.
Los otros ángulos de la Basílica del Sagrado Corazón
El descenso es más entretenido, aprovechamos para tomar fotos, no falta el aire, sonreímos más y disfrutamos del momento. Dejo constancia que las escaleras son angostas.
Ingresamos ahora sí a la Basílica, la contemplamos con respeto y evitamos estorbar a los fieles que si saben para que utilizar este espacio.
No es sorprendente para mi gusto aunque es imponente. Tiene forma de cruz griega, una nave principal con el domo centrado y cuatro cúpulas a los extremos.
No queremos interrumpir más a los fieles, hemos compartido un momento con ellos y ahora salimos. Probablemente el momento de partir nos envuelve por la belleza de la vista.
El atardecer nos sorprende caminando cuesta abajo por Square Louise Michel, hemos descubierto un nuevo lugar pintoresco, único y con personalidad.
Sabemos por otros bloggers y por recomendaciones que esta zona tiene muchos estafadores de calle, ladrones de paso, carteristas. Estamos atentos aunque otros se nos adelantan.
La policía está haciendo redada y obliga a algunos vendedores ambulantes y otros ajenos al turismo a levantar sus cosas y salir corriendo.
Es curioso, no esperaba ver ambulantes en este lugar, pero como en todos lados las crisis y los sistemas impuestos han obligado a migrar a extraños y ajenos por un mejor vivir, que lo consigan es otra historia.
Mi recuerdo final es positivo, dejamos Montmartre con la sensación de un buen paseo, una visita agradable y unas vistas panorámicas muy buenas.
Mis anotaciones
El tema de los carteristas y estafadores es muy conocido, se acercan sigilosos y te distraen en ocasiones son en grupo, de diferentes edades.
Te ponen una pulsera y te la amarran con si te la estuvieran obsequiando y luego cuanto te la quieres quitar ya te están cobrando.
Si eres avezado y te quieres enfrentar a ellos, los encaras y te esfuerzas por quitarte la pulsera mientras discutes con uno, tiempo en el cuál sus cómplices están tratando de apoderarse de algo tuyo si te encuentran distraído.
Evita a los carteristas no permitiendo que se acerquen directamente a tí, no los veas a los ojos y sigue tranquilo tu camino. Tus pertenencias siempre tenlas a la vista en esta zona de la ciudad.
Al ser una zona de tanto turista, es propicio para intentar aprovecharse y buscan el menor descuido. Por lo genera buscan personas vulnerables, muy distraídas o solas, toma en cuenta estos detalles.
Por lo demás es agradable y se pasa un buen momento. Es un barrio tan emblemático que merece recorrerlo de cabo a rabo.
¿Que opinas?