Mi conexión con el Cusco es intensa, en ocasiones siento que en una vida pasada viví ahí, entres los ríos y las montañas, entre los Apus y las zampoñas.
Hasta aquí retorno por décima vez buscando circunstancialmente reencontrarme y aunque no siempre se puede, aprovecho para visitar Machu Picchu.
Descubriendo nuevas reglas
Los tiempos en que visitar Machu Picchu era una aventura van quedando en el olvido, hoy es más una peregrinación turística por el mejor postor.
Las calles de Aguas Calientes están atestadas de ofertantes de todo, literalmente de todo y los mercados artesanales, se han convertido en ferias casi completamente comerciales.
Hoy subir ya no es tan simple como contar con tu boleto. En estos tiempos de abuso turístico, hay cupos para subir y hay turnos.
Los boletos se venden 3000 por turno (mañana y tarde), es decir que pueden ingresar teóricamente 6000 personas por día.
Si tu intención es subir también a Huayna Picchu, debes saber que solo hay 200 cupos por turno.
Ya no puedes entrar solo, hoy alguien debe acompañarte, un guía autorizado deberá estar a tu lado mientras recorres el recinto.
Ya no puedes pasear a tu criterio, hay tres circuitos y debes escoger uno para movilizarte, el tiempo de visita será como mínimo 2h30 y máximo de 4h. Luego deberás partir.
Hay más pero me cuesta leerlo, todo hace indicar que será mejor para los turistas, pero nosotros los de casa, los que venimos a visitar a los ancestros, hemos perdido independencia.
Les dejo la ficha oficial de información del ministerio para más detalles. MINISTERIO DE CULTURA
Subiendo a la montaña
No importa el clima, la temporada de lluvias ha terminado y sin embargo la bruma nos augura impermeables obligados.
He sido testigo de mi Cuso en truenos y relámpagos, en lluvia y clima seco, no hay forma que unas gotas de agua desanimen la subida.
Ya después de subir en el bus y atravesar la puerta de ingreso, el guía comienza a contar una historia que me suena cercana, a pesar de sus adiciones.
Mientras nuestro amigo nos cuenta la historia, nosotros comenzamos a visitar con la vista, a preguntarnos dudas que siempre quedan latentes.
La lluvia nos da un descanso, el camino húmedo y bien señalizado nos sigue permitiendo caminar entre los restos de un imperio que se extendió por casi todo Sudamérica.
En este viaje, Emilio el hermano de Pati nos acompaña, se le vé contento, es su primera visita y lo mira todo con ojos de descubrimiento, lo está disfrutando.
El guía nos pide nuestra atención, datos importantes nos aguardan. Probablemente muchos se pierdan en el tiempo, pero las vistas y la experiencia son imborrables.
La niebla no ha despejado pero comienza a darnos ciertas licencias. Conforme caminamos, va dejando que apreciemos la conversación de los Apus.
Las palabras transformadas en río transcurren zigzagueantes entre ambos, el susurro de la naturaleza nos agradece la visita, estamos en armonía, estamos contentos.
El encuentro de los Apus
Creo en la fuerza de la naturaleza y en la energía que ella emana, creo en el poder de los bosques y la magia que los Apus transmiten.
No fue por casualidad que los Incas establecieron la ciudadela entre dos grandes, Machu Picchu y Huayna Picchu, es expreso.
Comenzamos uno de los descensos a la zona central, el recorrido se hace más lento y da pausas para poder apreciar, respirar y fotografiar.
Pausa para la foto de rigor, la de grupo, hay espacio ya gente está más animada a pesar del clima, eso no lo podemos controlar, pero nuestros ánimos si.
De pronto una vista llama mi atención. unas escaleras en el cielo dejan ver un hombre bajar por ellas. Esto no es una película, es la vida real.
Estamos en una de las maravillas del mundo moderno y no es para menos, nos sigue asombrando a pesar de las varias visitas.
Siento que hemos dado una vuelta completa y sigo preguntando cosas, cuestionando otras y sintiendo el llamado de los Apus.
Abrazo a Pati y pido una foto, quiero recordar este momento preciso, este lugar, ese punto en la visita en que sentí que alguien me hablaba al oído.
El final de la visita
Volvemos a subir un poco y encontramos tráfico en el camino, los turistas parten raudos para tomarse la foto de rigor en el punto más utilizado para eso.
Nosotros no somos ajenos pero disfrutamos contemplando la alegría de otros, la sensación de satisfacción en un punto tan alto.
Así nos despedimos, iniciamos en descenso hacia el pueblo, debemos tomar el tren de retorno a la ciudad del Cusco y no nos esperará si llegamos tarde.
En el pueblo hacemos una pausa, encontramos un restaurante con fuego que conforta nuestras húmedas vestimentas, los rostros cansados pero contentos contemplan el fuego.
Ya en el tren contemplamos desde la ventana el paisaje, es una vista agradable y sabemos que no será la última vez, al menos yo así lo siento.
La calma llega, nuestros cuerpos cansados se preparan a reposar, cuando de pronto un invitado inesperado se presenta en el vagón.
Es parte de nuestra cultura, de nuestra historia y nos invita a reír, bailar y darnos tiempo de despedirnos como se debe, de una experiencia tan agradable.
Mis anotaciones
Dicen que es una buena decisión el sistema actual para subir a Machu Picchu y supongo que si lo dicen los expertos debe ser real.
El problema es cuando ya tienes experiencia y si respetas los espacios, te quitan un cierto nivel de libertad. No estoy muy de acuerdo con eso.
Cusco es mágica y a pesar de los malos turistas o aquellos que no saben valorar los patrimonios que son los menos por cierto, no me parece justo que pagemos por las faltas de otros.
Si están dispuestos a adaptarse a las normas para visitar Machu Picchu, no duden más, los está esperando.
Estivemos em Machu Picchu em 1985 e tudo ainda menos turístico e havia mais respeito pelo sítio, pela cidade de Cusco e toda a região. Uma viagem inesquecível, mágica e mística. Se pudesse voltaria agora. Muito obrigado pelo post. Meu abraço.