Querida Haydée, cuando leas estas líneas ya estarás de retorno en Lima después de un largo viaje que nos permitió vivir una aventura inolvidable.
Probablemente en este momento estés recuperando el tiempo que estuviste alejada de tu nieta, o arreglando tu casa que tuviste lejos durante tanto tiempo.
La razón de estas líneas es para decirte que la pasé muy bien y que te agradezco por el tiempo que pasaste con nosotros y también para explicarte porqué te invité a viajar.
La razón del viaje de Haydée
La razón de invitarte a viajar fue para agradecerte por todo lo que hasta hoy has hecho por mí. Decirte que te debo mucho más que tiempo, lágrimas y sacrificios, pero que es mi forma simbólica de retribuir por tu labor como persona, mujer y madre.
Tus esfuerzos por sacarme adelante en el colegio y la frustración que debes haber sentido cuando repetí cuarto de secundaria, sin entender que error cometiste. Sé que con el tiempo descubriste que no era tu error, sino que nunca fui alguien que estuviera adaptado para el sistema.
Sé que hubieras querido estar conmigo en las competencias de atletismo, pero tenías que seguir acompañando a mi padre para abrir la tienda.
Agradecerte por tu perseverancia y esfuerzo para que pudiera continuar con mis estudios de psicología y aunque no se pudo, sé que te has tenido ese dolor pendiente por no haber podido ayudarme más.
Por aquellas cuotas que me ayudaste a pagar de mi primer auto, cuando todavía no me alcanzaban los ingresos para cubrir todos los compromisos.
Por haberte cargado noches solas con mi padre cuando estaba mal y no poder haber estado a tu lado para apoyarte.
Por haber apoyado mis locuras, aunque no las entendieras, fuiste aprendiendo a confiar en mi juicio y mis decisiones.
En apoyarme siempre para que sea feliz y permitirme encontrar mi propio camino, a mi ritmo, a mi estilo y siempre apoyarme.
Gracias por permitirme enseñarte a tomar algunos riesgos, volver a arriesgarte y seguir estando con nosotros.
El Viaje de Heidy
Aprovechando la invitación de la tía Ida y con la recepción y acogida de la prima Evelyn llegaste por primera vez a Washington DC.
A tus 72 años, me imagino que la emoción de poder partir de viaje ya no es la de primavera, sin embargo, saber que luego nos veríamos te mantenía atenta a lo que se vendría.
El huracán truncó tu estadía en Miami, pero permitió continuar conociendo de la mano de la familia, las bellezas de la ciudad que te acogía.
Un día en Washington
Descubrimos el centro de la ciudad y algunos de sus alrededores, supongo que el tiempo lo aprovechamos al máximo pues solo teníamos un día para disfrutar.
Del museo del holocausto al obelisco, el monumento a Lincoln y la casa blanca. Paseo por el Capitolio, el jardín botánico y finalizar caminando para terminar en el museo de historia natural.
Parar en el barrio chino para no perder la costumbre y luego descubrir el barrio de Georgetown, con su universidad y sus escaleras del exorcista.
Probablemente comer el helado, y reconocer algunas plantas del jardín ya habían pagado el viaje que hicimos para ir a recogerte.
El sol nos acompañó con demasiado esmero y por momentos sentimos que nos deshidratábamos, pero fue genial caminar contigo por la avenida constitución.
El viaje a Montreal
Eran 7h30 de la mañana cuando partimos de la casa de Evelyn para iniciar nuestro viaje. Una ruta por tierra de 10 horas desde Washington a Montreal.
El trayecto fue un descubrimiento personal de paisajes, cambios de ciudad, curiosidad constante de cuanto faltaba y ganas de querer conversar todo lo que pudieras.
Espero que el Jeep que alquilamos fuera cómodo y que las paradas fueran de tu agrado.
La ruta fue divertida, aunque larga, me alegró ver tu rostro cuando veías Manhattan desde la ventana del auto o la parada que hicimos en el outlet de New York.
Tu sorpresa al ver que el guardia en la frontera te reconocía como Heidy y te deseaba una buena estancia en Canadá, haciendo su esfuerzo por hablarte en español.
Montreal de locos
Probablemente no fue la mejor época para estar en la ciudad, las construcciones, el espacio en casa, el ritmo de mis actividades, pero quería que vieras parte de lo que hago.
Quería que vieras que me gusta mi trabajo, que soy feliz, que vivo bien y que sigo alcanzando mis sueños con alegría y entusiasmo.
Me dio gusto que pudieras disfrutar el detrás de cámaras del concurso Pérou Gourmet Canada y que disfrutáramos de almuerzos inesperados, de cenas diferentes, de cambios de vestuario, de climas y de todo.
Dos semanas intensas en las que pudiste ver un poquito de lo que hago y conocer algunos amigos que ahora forman parte de tu círculo de conocidos.
La aventura en París
Te ofrecí que te llevaría a conocer París y aunque no tenía mucho tiempo para hacerlo sé que fueron los tres días más intensos que hemos vivido en nuestras aventuras.
Con Pati que se animó al final y pudo escapar de su recargada agenda, fuimos tres en busca de buenos momentos en la bella Francia.
Partimos como se debe en AIR FRANCE, un vuelo al mejor estilo europeo con buena comida, buen servicio y su cognac para bajar la abundancia. Realmente, uno de los mejores vuelos.
Llegamos muy temprano y aunque nos tocó una cola de casi una hora para pasar migraciones, pudimos hacer todos los trámites rápido para tomar el tren camino a la ciudad.
Nuestro hotel, el Crown Plaza República, nos esperaba. Aunque no le pudimos sacar el jugo al máximo, nos atendieron muy bien y fue una excelente elección, cómodo, amplio, de fácil acceso y bien ubicado.
EL Palacio de Versalles
Descubriste parte de la historia de Francia, caminaste por los salones, los jardines, El Gran Trianon y el Petit Trianon, el gran canal.
Almorzamos en el restaurante del Palacio y tus comentarios destacaron dos lugares que te impactaron de manera significativa fuera de los jardines. El salón de los espejos y el salón de las batallas.
Regresar en el tren hacia París y tomar un descanso reparador para la siguiente salida nos ayudó a prepararnos para seguir disfrutando.
Espectáculo en el LIDO
Aquella noche pasamos una de las noches más bonitas que hemos pasado juntos madre, disfrutando de un espectáculo increíble. La foto que nos tomaron y el programa, son los únicos testigos de tan lindo tiempo que pasamos.
Terminar a media noche caminando por los Campos Elíseos, tomándonos fotos en el Arco del triunfo y luego buscando una pizzería para acabar la noche.
El Museo de Louvre
Nos levantamos bien temprano y disfrutamos de un buen desayuno en el hotel con los obligados croisants y otras delicias.
Cola en la Pirámide y revisión obligada, ingreso con calma y caminata tranquila pero inspiradora por los pasillos del museo.
El primer punto de visita fue la Monalisa y como siempre algo de decepción precede cuando uno llega a la pintura.
Luego tu paso por la historia romana y griega, algo de lo etrusco y egipcio y finalmente por los aposentos reales.
Tiempo corto pero suficiente para tener una idea para la próxima visita. Pasando por la pirámide invertida salimos rumbo a nuestra siguiente visita.
La Ópera de Garnier
Uno de los lugares que más te sorprendió, la entrada, el salón de baile, el escenario y el techo inolvidable, los pasillos y el espacio del fantasma de la ópera.
Probablemente, nos faltaron más fotos y un ratito más caminando por esos bellos salones. Sin embargo, el tiempo que estuvimos fue suficiente para que establecieras un vínculo con ese lugar.
Las Galerías La Fayette
A solo dos pasos de la Ópera, las famosas galerías la Fayette fueron una visita obligada para hacer algunas compras y disfrutar de la fabulosa infraestructura y el increíble techo vitrado.
Algo que creo que nos gustó a todos fue subir a la terraza y con tan bello sol, disfrutar de la hermosa vista de París.
Montmartre y Sacre Coeur
La tarde nos agarró visitando el barrio de los bohemios, sorprendido de ver a Haydée caminando por donde andaban artistas de toda talla.
Descubriendo detalles, recuerdos y comprando más chucherías para recordar el momento.
Acabamos en la fachada de la Basílica del Sagrado Corazón, disfrutamos del momento, del lugar y de la increíble tarde después de haber almorzado entre pintores y colores.
Bajamos por el funicular y nos despedimos caminando entre tiendas de recuerdos, del barrio de los artistas.
Cena en el Sena
No hay París sin una visita por el Sena y que mejor que hacerlo en una cena sobre un crucero que atraviese por los lugares más icónicos de la ciudad.
Subimos a una embarcación que nos acompaña con música en vivo, un menú de primera y fotos del recuerdo para no olvidar el momento.
No hay mejor manera de despedirse de París que recorriendo el Sena. Terminamos con Haydée comiendo un postre de esos que siempre vale la pena recordar.
Terminamos la noche con Haydé, disfrutando de la Torre Eiffel y las luces de París en una noche de estrellas y sentimientos.
La partida de Haydée
Retornamos de París con la ilusión de un viaje que marcó nuestras vidas, por la oportunidad que tuvimos de hacerlo juntos.
Me alegro de haberte dado este pequeño presente y espero que lo hayas disfrutado, nunca lo voy a olvidar.
Espero que esta experiencia te anime a seguir disfrutando de la vida y viajando que es lo que te toca ahora después de todo tu esfuerzo.
Te quiero Haydée, mi Heidy viajera.
¿Que opinas?