Mykonos, isla bañada por el Mar Egeo, pertenece al archipiélago de las islas Cícladas. Una de las más populares del Jet set griego y mundial. Un lugar que se viste de blanco y deja disfrutar de sus pasillos adobados de la belleza, el glamour y la moda de quienes la visitan.
Hay dos formas de llegar, ya sea por aire aterrizando en el Aeropuerto Nacional Tipoa Car Hire (JMK) o por mar, tomando los transportes que salen de otras islas o de Atenas. En el caso de los cruceros, el desembarco se realiza cerca de la ciudad de Mykonos nombre de la Capital que es más conocido como Jora por sus habitantes.
La ciudad de Mykonos
Según cuenta la leyenda, en Mykonos se encontrarían enterrados los gigantes vencidos por Heracles (conocido también como Hércules por los romanos) de la mitología griega, pero aún no se encuentra los restos.
Otros nativos cuentan que cuando Heracles venció a los gigantes, estos quedaron petrificados y formaron las rocas que embellecen la isla.
La verdad es que los únicos gigantes que hemos visto en esta visita han sido los cruceros que se acercan a las orillas para arrojar a sus voraces pasajeros a la conquista de un pedacito de paraíso.
Un bus nos acerca del puerto a la ciudad y de ahí todo es felicidad plena, mar algo turquesa, caminos empedrados y casa blancas con puertas coloridas. Las tiendas que abren sus puertas a los turistas ofrecen prendas, accesorios y joyas de todos los calibres y precios, es una locura de buen gusto.
Mientras intentamos tomar algunas fotos entre el incesante andar de miles de turistas por el camino, vamos descubriendo posadas, restaurantes y albergues tan apetecibles por fuera como por dentro.
Detalles que vamos descubriendo en Mykonos
Es curioso pero la mayor parte de gente que vimos pasar por las calles estaba muy bien vestida, como lista para ir a una fiesta, la elegancia de los locales de venta de joyas, remarca el hecho de su prestigio y su estilo ciertamente elitista, pero que no afecta al turista promedio en ningún sentido.
Alquilar un scooter puede ser una buena forma de conocer la periferia y salir del tumulto interminable, no me mal interpreten, es solo que a veces la contemplación requiere tranquilidad.
La tarde nos sorprende brindando en un restaurante local, escogimos Kavos un pequeño espacio frente al mar que nos deleitó con su sazón.
Nos encantó, la isla está llena de restaurantes para todos los gustos y sin embargo les comento de nuestra experiencia, fue estupendo. La cuenta por los dos platos y cuatro shops de cerveza fue de 43.00 €, saquen su cuenta, a mi me pareció justo.
Sentir el mar cálido del Egeo, era necesario, sumergir los pies y disfrutar. El tiempo avanza, la tarde va cobrando su color y un saxofonísta acompaña en la orilla los acordes de una balada griega que se impregna en la piel.
Es tiempo de acelerar el paso, como ritual de procesión religiosa, los creyentes y los incrédulos caminan en tropel hacia los viejos molinos, lugar abierto y con una vista inmejorable del atardecer.
Casi el final de nuetra aventura
Hemos llegado a tiempo, tenemos un lugar privilegiado y a pesar que hay más que quinientas personas haciendo lo mismo que nosotros, nos sentimos solos en esta puesta del sol.
Todo lo que has leído en los foros, es cierto y debes de estar ahí para comprobarlo. Al final cuando el sol ha partido, el aplauso espontáneo reconforta, no estamos solos, somos ya casi mil y sin embargo no hay esa sensación agobiante, todos están tranquilos, en equilibrio, felices por el regalo de la naturaleza.
Camino de retorno por la calles y algo ha cambiado, los vestidos de fiesta están por todos lados, las alhajas y zapatos de taco suenan al ritmo del caminar acompañando el golpeteo de las olas en las rocas de la orilla. La moda está por doquier, marcas, colores, estilos, es una pasarela móvil, todos los pasajes llenos de glamour y belleza, simplemente wow.
La noche ha llegado a Mykonos y la fiesta y el desenfreno se apoderan del lugar, la fiesta se siente en todos lados, el ambiente está motivado, es una locura. Nosotros apagamos la cámara y comenzamos una nueva aventura.
Prepárense para ser transportados a un lugar que no querrán dejar.