Transportados a una época de la historia que nunca debió ocurrir, el Museo Memorial del Holocausto en Washington DC, nos permite no olvidar el pasado para evitar que vuelva a ocurrir.
Un poco de historia
En el año 1933, cuando los nazis tomaron el poder de Alemania, iniciaron uno de los procesos burocráticos más terribles de la historia mundial. El asesinato sistemáticos de diferentes etnias consideradas razas inferiores: los romas (denominados gitanos); los discapacitados; algunos grupos eslavos (como los polacos y rusos).
Así mismo motivados por razones políticas, religiosas o de orientación sexual, atacaron a: comunistas, socialistas, testigos de Jehová y homosexuales.
Pero los más impactados fueron la comunidad judía que perdió cerca de 6 millones de miembros. La palabra holocausto proviene de una palabra griega cuyo significado es: «sacrificio de fuego».
¿Por qué visitar este museo?
Es natural que nos preguntemos la razón que nos impulsa a visitar un museo que nos recuerde un momento tan triste de la historia de la humanidad.
Pues bien, les diré mi motivación, considero que la memoria nos ayuda a recordar lo que debemos evitar y cuanto más aprendamos de los errores humanos, menos salvajes e inconscientes seremos al próximo.
Comprender que hasta hoy existe una parte de la humanidad que considera correcta esta visión y que debemos responder con fuerza a cualquier expresión de antisemitismo.
Ubicación, horarios y precios
El museo del Holocausto se encuentra en el National Mall, justo al sur de Independence Av., entre 14th Street y Raoul Wallenberg Place (15th Street) en Washington DC.
Si te movilizas en metro en la ciudad, podrás utilizar las líneas naranja, azul o plateada y bajar en la estación Smithsonian que se encuentra a una cuadra de la entrada.
Se encuentra abierto al público todos los días de 10h a 17h20. Entre el 27 de marzo y el 16 de junio abre hasta las 18h30 de lunes a viernes y hasta las 17h30 los sábados y domingos.
El 19 de setiembre y el 25 de diciembre no abre sus puertas.
El ingreso es gratuito y las entradas se pueden obtener desde las 9h45 en mísmo día. Si quieres separar un espacio para visitar el museo por adelantado, puedes obtener un boleto por un valor de US$ 1 dolar americano adicional vía la página web oficial.
Museo Memorial del Holocausto
Una vez que ingresamos en el edificio llegamos a una construcción que asemeja una fábrica antigua europea con muros recubiertos de ladrillos. Una voz amable nos saluda mientras nos invita tomar una tarjeta de identidad.
Esta tarjeta contiene la identidad de diferentes víctimas del holocausto que pasaron parte de sus vidas en los campos de concentración y que lograron ser liberados al final de la guerra. No puedo asegurar que todos los que figuran tuvieron un final positivo.
Primera etapa
Una vez con las tarjetas de identidad subimos a un ascensor, un promedio de unas 30 personas al mismo tiempo, es un ascensor como industrial y recibimos ciertas instrucciones. Ascendemos hasta el cuarto nivel donde se abren las puertas y comenzamos la visita.
El cuarto piso es oscuro pues hay muchos vidéos, vitrinas e información documentada de la experiencia del holocausto. Es inevitable sentirse atrapado por la cantidad de información. Los pasillos van dando la vuelta al recinto mientras pasamos por diversos momentos documentados de personajes, lugares y sucesos que marcaron la historia.
Luego pasamos a un pasillo que no permitirá llegar al otro extremo del edificio aún en el cuarto piso.
Luego de dar la vuelta nos encontramos con un impresionante lugar. La Torre de rostros es un espacio que contiene cerca de un millar de fotos alineadas en casi tres pisos que reflejan las costumbres y actividades que realizaban las personas antes del holocausto,en el pequeño pueblo de Shtetl en Lituania.
El pueblo de Shtetl estaba constituido por cerca de 3500 habitantes, casi todos judíos. En setiembre de 1941 cuando las tropas nazis tomaron el pueblo, mataron sistemáticamente a todos. Éste es un legado de la historia que no podía desaparecer con su muerte.
Segunda etapa
Descendemos por las escaleras al tercer piso y nos encontramos frente a uno de los símbolos más nefastos del holocausto. Uno de los vagones de tren utilizados para transportar a los judíos a los campos de concentración nos saluda frío, serio, aparentemente vacío.
No se dejen engañar, camino al interior y siento voces, imágenes de desesperanza e incertidumbre se alglomeran, la oscuridad casi inunda el vagón pero ingresan pequeñas luces de esperanza.
Más adelante las barracas donde dormían, nos obligan a reflexionar. No estoy seguro si es una réplica o fue recuperada de algún campo de concentración pero, siento que el efecto en los visitantes es similar.
Al final del recorrido de este piso nos encontramos con una de las expresiones artísticas más difíciles de asimilar.
En un largo espacio se encuentran apilados los zapatos de miles de víctimas del holocausto. Probablemente fuera la última vez que estuvieron con vida antes de ir a las duchas de gas o a las zonas de fusilamiento.
Es sin duda una imagen que impacta.
Tercera etapa
El último nivel es un espacio para recordar y nunca olvidar, el salón del recuerdo es el monumento oficial a las víctimas y sobrevivientes del holocausto. Las personas tienen un espacio para orar, pensar y pedir por las almas de quienes partieron.
Este espacio es especial y reconciliador. A pesar de la historia tan triste, la fe y la esperanza del ser humano por ser mejores permite que sigamos adelante.
Mis comentarios
Siento que esta experiencia no es para todos los viajeros. Si están en Washignton y tienen tiempo y la oportunidad de visitar el museo, les aconsejo hacerlo, siempre que gusten de descubrir la historia. Sin embargo si son muy sensibles o no comparten la importancia de recordar, eviten visitar este lugar.
Si van temprano tendrán mayor oportunidad de conocer el lugar con mayor tranquilidad, pues conforme pasan las horas se va llenando de visitantes que hacen complicada la visita con calma.
Merece la pena tomarse el tiempo para leer la información y ver los videos que presentan en el museo. No dude preguntar por información adicional o dudas, la intención del museo es que aprendamos.