Cuando vi por primera vez las fotos del Monasterio de los Jerónimos, me impresionó el detalle de sus columnas y la armonía arquitectónica de su construcción.
Aún sin imaginar que verlo en directo sería tan impresionante, sabía que debía estar entre uno de los puntos a visitar en Portugal.
La llegada a Belém
Para llegar al Monasterio de los Jerónimos, debemos recorrer un tramo no mayor de 10 kilómetros. La mejor forma es tomando el sistema de transporte en común.
La mañana se presentaba calurosa, bloqueador en la piel, lentes de sol y gorra para hacernos sombra al rostro. Caminamos dos cuadras del hotel hacia la estación de bus y esperamos la 714 que nos llevaría directo a la ciudad de Belém.
Otros turistas menos habituados al servicio público empezaban a impacientarse. Según veíamos nuestra ubicación en la cola, teníamos posibilidades de subir al bus.
Los dos brasileños que conversaban delante nuestro optaron por partir a conocer el Castillo de San Jorge y dejaron sus lugares.
Los tres europeos que nos tocaron delante también partieron en busca del tranvía, según sus notas pasaría en unos minutos y los vimos correr por la plaza mientras desaparecían.
Dos morochas serían las próximas víctimas, el calor comenzaba a aumentar y aunque estábamos en sombra, parece que recordaron no tener agua para el viaje y zasss, dos puestos más.
En menos de 5 minutos estábamos seguros de que subíamos, pero, no contábamos con un grupo de orientales que apareció de no sé dónde.
Porqué será que algunos miembros de esta comunidad tienen por cultura no respetar las normas occidentales de hacer cola y simplemente a pesar de la evidencia hicieron su propia cola frente a la nuestra en el paradero.
Mientras esto sucedía el bus aparecía, no nos dio tiempo para reaccionar y ya estaban subiendo las dos filas en simultáneo.
Logramos subir pero no obtuvimos asientos, cosas de turistas. Después de unos 30 minutos de viaje, el conductor nos indicó que era el último paradero, estábamos en Belém.
El Monasterio de los Jerónimos
Imaginen una construcción erguida en 1501 en conmemoración del exitoso retorno de Vasco da Gama de su famoso viaje a las indias.
Es de estilo manuelino combinando el gótico tardío y renacimiento, es una belleza de arquitectura y los detalles de cada columna son diferentes, todos. Si, cada columna fue realizada individualmente en su decoración.
Dos lugares son los accesibles para la visita y debes disfrutarlos con calma y mucha observación, si no te detienes a contemplar pasará por ti como si sin valor ni asombro.
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El Claustro
La cola fue corta y el ingreso rápido, subimos unas escaleras que nos daban directamente a una tienda de recuerdos y doblando hacia la izquierda, la entrada al segundo nivel del Claustro.
Cuando hablamos de detalles nos referimos a estos, los que puedes encontrar en el hermoso lugar que descubres.
Caminar por los pasillos y deleitarse con cada escultura es de locos, te cansa la vista pero queda absorbido por ideas e imágenes que rondan tu mente. Bueno eso me pasa a mí.
Aunque parezca pequeño, resulta que no lo es, solo habíamos recorrido el Claustro alrededor del segundo piso y ya necesitábamos pausa.
No eres muy consciente cuando estás distraído pero llevábamos 2h30 caminado y tomando fotos sin parar. El tiempo del descanso había llegado y teníamos que disfrutarlo.
De pronto nos ponemos de pié para buscar las escaleras que nos conduzcan al primer nivel y oh, sorpresa, nos encontramos con el acceso al nivel superior de la capilla.
Una obra maestra de arquitectura y un monstruo en la relación persona monumento o como se diga. Observen en la foto que sigue de que tamaño se ven las personas y hasta donde van los muros.
El Templo
Al finalizar nuestra visita por el primer piso y continuar tomando fotos como locos en manicomio, decidimos ir a conocer la nave principal, el templo.
El acceso es gratuito y debes salir del Claustro completamente para poder ingresar. Mucha gente se aglomera en la entrada para ver las tumbas de Vasco da Gama, nosotros preferimos verlo a la salida, total no partiría a ningún lado.
Casi al fin del paseo y antes de salir, tenemos que tomar la foto obligada del impresionante feretro de Vasco, gran viajero.
Dejamos el Monasterio para visitar otros puntos de Belén y sentimos que valió la pena haber sufrido con los orientales en el bus, haber cansado los zapatos y estar exhaustos de tanta belleza.
El retorno a Lisboa
No había leído si la ruta era la misma así que asumí como buen aventurero que sería así. No lo fue. Cometí el error de pararme en el paradero equivocado y terminamos conociendo otra zona de la ciudad.
Hablamos con el conductor cuando después de 20 minutos de viaje sabíamos que estábamos rumbo a otra ciudad y nos indicaba que ese era el último paradero.
Sonriente y conocedor de los turistas nos acercó en el bus a la estación de retorno y nos pidió que esperemos.
Cinco minutos más tarde un bus nos recogía para retornar a Lisboa. Todo estuvo bien hasta que faltando unas 15 a 20 cuadras para llegar al centro nos informaron que era el último paradero.
Bajamos y nos pusimos a caminar, tuvimos suerte pues nos topamos con un mercado gourmet que no habíamos previsto conocer, pero esa es otra historia.
Mis anotaciones
Traten de ir temprano, desde la hora de inicio de funciones pues más cerca del medio día se comienza a congestionar.
Aprovechen la visita a Belén para disfrutar de todas las ventajas de la ciudad, hay otros monumentos y buena comida para descubrir.
Cuidado al retorno, revisen bien y confirmen cuál es el paradero correcto para que no tengas dificultades.