A orillas del Mar Egeo, entre historias de conquistas, descubrimientos y piratas, la ciudad de Kusadasi es hoy una de las más visitadas de Turquía. Ubicada a 650 kilómetros al sur de Estambul es la puerta de entrada más popular para visitar las ruinas de Éfeso.
Conocida como la Isla de los pájaros, es famosa por integrar bellas playas, historia y cultura en un solo lugar. Como experiencia lo recomiendo pero sean cautos.
Algunos historiadores dicen que en este lugar tenia su centro de operaciones el famoso almirante Jeireddín Barbarroja, más conocido como el pirata Barbarroja. Se convirtió en uno de los más reconocidos corsarios del siglo XVI quien junto con su hermano se convirtieron en la pesadilla de los españoles.
Sin embargo es en ralidad Aruj el hermano quien fue el verdadero pirata y con ayuda de los Otomanos controló por mucho tiempo las aguas del mediterráneo.
Descubriendo Kusadasi
La forma menos pesada de visitarlo es llegando por mar, ya sea desde una de las islas griegas cercanas o en crucero. Si gustas de la aventura puedes llegar por tierra desde Esmirna que está a unas dos horas en bus o tren.
La ciudad
Les ha pasado que sienten cuando caminan por un lugar nuevo que algo no está muy claro, que no concuerda con los estándares a los que estamos acostumbrados como normal, pues bien, eso nos pasó acá. Las calles con gente alegre y conversadora, está siempre atenta a saludarte y presentarte algo que pueda venderte, sin embargo no hay mujeres en las calles, ni en los negocios, al menos en el puerto y sus alrededores.
Para ellos por su cultura y religión no es de extrañar pero para nosotros occidentales acostumbrados a ver hombres y mujeres por doquier, llama la atención.
Pero bueno vallamos al asunto, les quiero presentar esta ciudad a mi manera, con historias y situaciones que nos sucedieron:
La experiencia de las alfombras
Debo imaginar que Aladino tuvo que lidiar con esto antes de conseguir su alfombra mágica, una cuadra de vendedores de alfombra, no agresivos, no desesperantes, solo entretenidos.
Caminábamos por esta cuadra de la ciudad cuando un señor de unos 65 años de edad, cabeza cana y voz amable nos preguntó de donde veníamos en inglés, cuando le dijimos que de Perú, se emocionó un poco y en un español incipiente nos contó su peripecia en nuestro país, trabajó unos años ahí y recordaba con nosotros algunos nombres de calles y lugares.
Nos invitó a pasar, nos mostró sus tapetes y alfombras y nos pidió nuestrara opinión, sin compromiso, le dimos nuestra opinión y de pronto comenzaron a aparecer trabajadores con alfombras, de todo tipo, el dueño movía la mano y venían más, más y más, nos dejó con ellos y desapareció.
Cuando menos lo pensamos teníamos casi 45 alfombras extendidas en el segundo piso de la tienda, debo reconocer que preciosas, pero no nos imaginábamos que haríamos con una alfombra el resto del crucero.
Agradeciendo al vendedor su paciencia y el tiempo dedicado iniciamos nuestro descenso al primer piso para salir de la tienda y encontramos al señor turco conversando con otros turistas esta vez en italiano y aunque no lo entiendo completamente, me pareció entender que también había vivido ahí.
Son negociantes por decirlo de forma elegante.
La visita a Efeso
Esta experiencia fue muy entretenida y didáctica, descubrimos mucho de la antigua civilización. Si quieres conocer más te invito a descubrirlo en el artículo que escribí al respecto, Efeso.
La compra de los helados
Como toda experiencia en la calle uno busca descubrir sabores y teníamos curiosidad por conocer que tan ricos eran los helados turcos. En algún video por internet ya había visto alguna vez este juego que hacen con un bastón mientras te sirven el helado y cuando lo vas recibir te lo sacan y luego te lo vuelven a dar y da la impresión que se les cae, finalmente luego de una lucha entre la broma y la desesperación, el heladero termina dándote el producto.
En esta oportunidad, no fue mi intención pero visto lo sucedido, decidí hacer lo mismo que él hacía con el helado pero con el pago, así que cuando le estaba entregando la plata para pagarle le quité el dinero y le dije ahhhh, y luego intenté hacer una vez más la broma, pero tenía tal cara el turco que entendí que solo ellos hacían las bromas así que pague para no alterar su poca correa.
La caminata fue interesante pero bastante recargada de insistentes vendedores. No faltaron los que te ofrecen los perfumes de marca y los lentes de sol.
Mis anotaciones
Si en su camino a Éfeso, pasan por este lugar, esta bien, si se trata de venir únicamente a Kusadasi, en lo personal, no me llamó mucho la atención.
Creo que hay lugares más interesantes en Turquía, sin embargo si tienen la oportunidad y está en su ruta no dejen de pasar y descubrir un poquito de su cultura.
Mucha atención a los turcos, son negociantes de toda la vida y siempre encuentran una forma de hacerse familiares y acersarse para ofrecerte algo. Sean educados pero tajantes si no les interesa.
Disfruten su viaje.