El Palacio da Pena (Palácio Nacional da Pena en portugués) fue una de las residencias reales dura y representa una de las expresiones más importantes del romanticismo de Portugal del siglo XIX.
Una historia llama a la otra y entre cánticos de hadas y fantasías del bosque descubres en lo álto de una montaña la fabulosa construcción asentada en grandes peñascos.
Hecha al propósito mezclando estilos, se pueden encontrar rasgos del neogótico, neomauelino, neoisámico, neorrenacentista y en finalmente algo de arquitectura colonial.
Dicen los expertos que la razón que fuerza la inspiración de mezclar tantos estilos está en que la mentalidad del romanticismo del siglo XIX está enormemente fascinada por todo lo exótico.
Partiendo del hotel
Aquella tarde Sintra nos presentaba un escenario alentador, sol brillante y pocas nubes. Era nuestro primer día en Sintra y teníamos toda la tarde para recorrer el Palacio.
Subimos en el incansable Fiat 500 que habíamos alquilado para este viaje y salimos del estacionamiento del hotel al cual ya llegar había sido una proeza.
Iniciamos la ruta por un camino en subida, todo está indicado con letreros que reducen la posibilidad de perderte, sin embargo es bastante empinada la cuesta.
Aproximadamente unos 15 minutos hacia una ladera del monte encontramos la entrada, un estacionamiento disponible nos facilita la logística del auto.
El Palacio da Pena
Nada más extraño que pasear por un palacio con arquitectura tan ecléctica. De pronto nos da la bienvenida un arco con dos pequeños torreones.
Caminamos por un túnel que nos lleva a un segundo nivel, estamos recién iniciando el camino y ya nos sorprenden algunas imágenes.
Hacemos pausas para las fotos respectivas, debemos mantener vivos estos momentos en la memoria visual.
Los ángulos inspirados y las vistas desde cualquier punto son admirables, tenemos ante nosotros un Palacio que se ha construido con suficientes detalles para hacerlo incomprensible y admirable.
No hay mucho esfuerzo en nuestra mente para crear historias, contar cuentos y especular sobre lo que sucedía en las tardes en el palacio.
Una entrada nos presenta a Adamastor, una figura de la mitología utilizada por el escritor Camoes en las Luisiadas para simbolizar las fuerzas de la naturaleza.
Contra ellas los navegantes debían enfrentarse para llegar a sus destinos a salvo.
Continuando la aventura encontramos una explanada, denominada el patio de los arcos, el viento es fuerte pero la vista inmejorable.
Los fuertes ventarrones ahuyentan a los turistas y nos dejan tiempo para contemplar el paisaje.
Unos pasos más, el camino a los puntos de seguridad, los miradores de los soldados que defendían el Palacio y la ciudad.
Imaginamos esas rutas, entre conversaciones de camaradas de armas, bordeando el muro con su antorcha en mano o un lamparín de querosene.
Insisto en compartir mi asombro, el camino es estrecho, la noche oscura puede haber sido atrevida con los descuidados y las vistas no tienen comparación.
El interior del Palacio da Pena
Hemos bordeado ya todo el palacio por el exterior, los caminos vuelven sin obligación a la puerta de ingreso del Palacio.
Actualmente en proceso de recuperación en algunas zonas internas, deja ver la opulencia y los detalles característicos de la cultura portuguesa.
El comedor por ejemplo tiene cubiertos delicadamente cada porción de azulejos finamente pintados en relieve, con tonos verdes y azules.
Supongo que los espejos nos cautivan tanto que siempre que los encontramos, nos vemos forzados a tomarnos una foto para recordar el momento.
Casi al final de la visita y luego de la ya famosa sala oriental, debo investigar porqué era tan importante que contaran con una sala oriental, encontramos los balcones.
Una vista diferente pero igual de bucólica que desde otros ángulos, nos despide de los interiores del palacio.
La vista final
Cuando ya piensas haberlo visto todo, llegas a las escaleras de servicio, el camino hacia un lugar especial en el corazón de cualquiera, la cocina.
Vemos algunos detalles interesantes de las costumbres de la época y terminamos tomando un ascensor con dirección a la terraza. Un comedor adaptado nos espera.
La vista justifica un jugo, un café o un pequeño muffin para tener un pretexto para sentarte a contemplar.
No tenemos ganas de partir, pero siento que estamos obligados por el tiempo.
Mis anotaciones
Si tienen interés en saber datos específicos sobre como llegar los precios y los horarios, los invito a ver la web de Guía Nomada.
Merece buscar tiempo de tarde para poder disfrutar del final del día en este lugar, por sus vistas y con un sol menos agresivo.
Una vez en la entrada, hay que subir caminando hasta la entrada del palacio. Si no quieren caminar pueden pagar por unos buses que cuestan 2.00 € ida y vuelta aseguradas y los dejará en la puerta de entrada.
Disfruten su viaje.
Si te han gustado las fotos puedes ver más en el álbum Palacio.