Imaginen un lugar en el que dos antiguas civilizaciones nativas marcaban la pauta de las costumbres y formas de vivir en medio de un paisaje salvaje, accidentado y agreste. Esto es lo que hoy conocemos como el Parque Nacional Jacques Cartier.
Los Innu (Montagnais o Naskapi) y los Huron, fueron las primeras tribus que habitaron la zona y quedan vestigios de su paso por éste increíble lugar.
Cuentan los historiadores que con la llegada de los evangelizadores franceses a este sector, hablamos del siglo XVI – XVII, la interacción fue obligatoria pues estaban ingresando en su territorio.
Con el tiempo y los avances de las misiones, se dice que inclusive los hurones trabajan como guías de los Jesuitas que buscaban atravesar desde la ciudad de Quebec hasta Lac Saint Jean sin tener que utilizar el río San Lorenzo.
Este lugar ha sido el escenario de conquistas y luchas, de creencias y transformaciones, de victorias y derrotas que se han acumulado en el histórico colectivo que acompaña a los viajeros, caminantes y curiosos de la naturaleza.
El relato del Santo mártir
En estas montañas se desarrollo una de las historias más tristes y sin embargo más representativas para la iglesia catolica.
La historia de Juan de Brébeuf, un jesuita que dedicado a ser misionero en la región, fundó en esta zona no una sino tres Misiones. Aprendió el idioma iroqués y se adaptó a vivir con los hurones desde el principio.
Tuvo que partir cuando los ingleses vencieron a los franceses y luego regreso con la creación de la nueva francia.
Es en esta nueva etapa que constituye una nueva misión, con la intención de seguir convirtiendo nativos al cristianismo cuando junto con otro jesuita, Gabriel Lalemant, fue capturado por una tribu iroquesa.
Luego de su captura, son llevados a una zona denominada Taenhatenteron, torturados y luego asesinados, los iroquíes realizaron rituales de sangre para capturar las fuerzas y poderes que supuestamente tenían estos hombres.
Los relatos de otros jesuitas enviados a investigar lo sucedido, dan fe de las atrocidades que vivieron, sin embargo también recogieron el testimonio de los hurones que pudieron escapar, lo cual permitió que tanto Juan como Gabriel se convirtieran en dos de los 5 mártires norteamericanos que existen en la historia del catolicismo.
El Parque Nacional Jacques Cartier guarda entre sus bosques, muchas historias de luchas, como el de la época en que Hydro Quebec quiso construir una presa o cuando la industria maderera comenzó a expandirse hacia esta región, ambos emprendimientos por suerte no tuvieron éxito.
Probablemente por esta razón es que cuando caminas por estos lares percibes un cierto aroma de esperanza y porque no decir, de redención.
Parque Nacional Jacques Cartier
Ubicado a solo 50 kilómetros al noreste de la ciudad de Quebec, este espacio protegido intenta preservar la vida silvestre de la ecoregion boreal.
Probablemente lo más importante antes de llegar, es definir las actividades que quieres realizar.
Te dejo el enlace con toda la información del parque para que puedas revisar con calma y escoger lo que más te convenga.
Una vez escogidas tus actividades compra tu entrada con antelación y si piensas visitar otros parques, te aconsejo el pase anual de los parques SEPAQ.
La señalización es muy buena y los servicios anexos también lo son. Trata de llegar temprano para conseguir con facilidad estacionamiento y poder disfrutar al máximo del lugar.
Hay rutas para hacer caminatas de todo tipo, desde iniciales hasta avanzadas. Lo importante es conocer qué te gusta hacer y disfrutar de las excelentes vistas y paisajes de la zona.
Una actividad que no tuvimos tiempo de hacer pero que considero interesante y entretenida es la de bajar por el río en inflables circulares.
Consejo final para toda experiencia relajada, no olviden su repelente.
Caminar conlleva ritmo, respiración y vista clara. AAprovechar este momento es ideal para entrar en comunicación contigo en un ambiente natural, libre de señales distractoras, ruidos y trabajo.
Aprovecha el tiempo para conectarte con tus propias necesidades y experimentar un poco de paz y relajación sin mucho esfuerzo.